Tempestad
En los insondables abismos del océano
Ignotos volcanes su cólera desatan
Los emponzoñados mares furiosamente hierven
En esta doliente víspera de nuestro fin.
Yo quise hacer del universo entero
Mi más humilde ofrenda ante tu amarga beldad
Y de tu lánguida mano recorrer el vasto empíreo
En una etérea travesía de nunca acabar.
Pero me perdí en tus insondables bosques
En los vastos parajes de tu melancolía
De mi ensueño desperté entre sobresaltos
Al despuntar la negra aurora de tu
angustia.
En vano llamé tu nombre en la espesura
Y mis gritos se ahogaban en tu tenaz silencio
El espanto me asaltó esa infausta hora
Al saberme prisionero de tu espesa tristeza.
La angustia me volvió infernal licántropo
Ciego de rabia y odio bajo tu luna sin luz
La más terrible locura se apoderó de mi ser
Dominado por primales instintos
destructores.
Y cuando sobre ti se desencadenó mi cólera
Un huracán de ira emergió desde el abismo
Asolé tus colinas con mis más nefastas
plagas
Y azoté tus ensenadas con tifones de furor.
Bajo un diluvio de ira sumergí tus sacros prados
Ahogando tus vergeles en océanos de hiel
Y las cándidas bestias de tus arrasados
bosques
En desbandada huían de mis alaridos.
Por siempre habitaré, íngrimo y desolado,
En medio del erial de tu ausencia
sempiterna
Torturado para siempre por los ecos de tu
llanto
Resonando en las cavernas de mi rota memoria.
Mientras, los tristes lobos, solitarios aúllan
En las yermas estepas de mi furia desbordada.
Mengua la luz, fenece el día
En las agónicas planicies de mi soledad
Ya me envuelvan las tinieblas de tu olvido.
Se cierra sobre mí la negra noche
Sin luna ni estrellas de balsámica luz
Que bañe la efigie miserable de mi egoísmo
Lentamente calcinada por los acres vientos
de tu repudio.
06 de
junio de 2016