Saturday 30 March 2013

SOL DE MEDIANOCHE






Los colores de la luz en tus ojos boreales
Refugio último de mi cansancio.
Para habitar el gélido desierto
Y mirar el sol de medianoche
Brillando en medio de la oscuridad total
Luz rojiza
Arde
Hiriendo mis ojos
Hundidos
En el fin de la Tierra.
En el frío perpetuo de los polos,
Por ti yo viviré.
Hasta que ya no estés.


TIERRA HÚMEDA






Está lloviendo afuera.    

En el firmamento sucio, con sólo mirar,
Pude ver escrita nuestra historia.
Y no había nada.
En el pútrido fango me hundí por completo
Y el rumor de las gotas arrulló mi agonía.
Todo este tiempo.

No hay luz en el austro, sin ti.
Mis arcángeles, luctuosos, tu ausencia
Lloran, sin lágrimas.
Trémulo, el demonio ha venido por ti.
Para traerte aquí conmigo. Bajo la tierra.
No pudo hallarte.

La nieve está roja. Frío, el sol alumbra.
Las trepidantes voces del viento lacónico.
Negra es mi sangre.
Desde la morada que nadie quiere habitar,
Con ojos blancos y mi pecho vacío
Puedo escuchar.

Que sigue lloviendo afuera.


CREPÚSCULO A MANERA DE ÓBITO







Con el ocaso llega la hora oscura,
Surgen las sombras de la vida.
Muero con el día,
Cuyo virgen lienzo se tiñe
Con intensas manchas rojas;
Flamígeros tonos que, poco a poco,
Se esparcen, llenándolo todo,
Al tiempo que mi sangre se derrama
Y fluye por las cuencas del alivio.
Punzante dolor oprime mi pecho
Mientras la náusea crece.
Y me regocijo
En la negrura que se cierne sobre mí
Extinguiendo el fuego de mi atardecer,
Sofocando el último hálito de música.
Y el delirio me domina,
Embotando mi precaria percepción,
Y el sufrimiento se hace uno con el goce. 
Y aunque la esperanza abandone mi lado
No hay ya cabida en mi ser para el agobio.
Toco el horizonte acerado,
Que corta el día como siega la vida.
Con mil destellos blancos me saluda,
Presentando a mi abrumada mente
El espectáculo lascivo y majestuoso
De la autoinmolación que calma la pena.
Y se hunde en su frío silencio
Sin escuchar el clamor del arrepentimiento,
Pues una vez que mi sol se oculte
Ya no lo veré de nuevo.
Y es entonces,
En estos lentos pero fugaces instantes
En que lo cotidiano se torna dramático;
Cuando el llanto anega los ojos
Y la culpa cobra vida;
Cuando las emociones se mezclan
Y la pasión turba la razón;
Cuando todo se vuelve nada
Y un grito es ahogado;
Es entonces cuando me lamento
De no poder morir mil veces.