Sunday, 14 April 2013

UN MAL SUEÑO LLAMADO VIDA





El lobo de las planicies quiere soñar para siempre. Se debate entre la fuerza que le da vivir sin amor, o llenar su vida con algo que valga la pena. Algo puro, algo hermoso. Está condenado a vagar por siempre. Lleva sobre sí el estigma de la máxima pasión humana. Tan grande que casi le convierte en un dios. Pero no hay dioses en la vida del lobo de las planicies. No hay nada en que creer, ni motivos para luchar. Tan sólo existe la locura. El conflicto entre la razón y la pasión; el estoicismo. El lobo de las planicies está muerto en vida. Él sabe del dolor. Él es el dolor mismo. Se sabe vacío. Y en las noches, el lobo aúlla de pena, pues no puede llenar su vida con aquellas cosas que desearía. En sus ojos brilla la noche rota y fría que se cierne sobre él. En su pecho vive un ocaso perpetuo. El lobo de las planicies mira al horizonte. Contempla el cielo, otea el suelo. Pero sabe que no hay nada para él ahí afuera. En ninguna parte. Las planicies son áridas y yertas, como el lobo que las habita. Son las planicies del subconsciente, donde habita la locura febril e intensa. La dualidad del lobo, desgarrado entre la vida y la muerte, entre la apatía y la pasión, el dolor y el placer, sueño y realidad. La vida del lobo es un sueño, un episodio comatoso. Pleno en desgracia y escaso en belleza. Él es el todo en uno. En su interior viven infinitos ángeles y demonios. El lobo de las planicies no es un simple ente mortal. Está más allá del bien y del mal, pero está solo. Está incompleto. Y, cuando llueve en las planicies de fantástica desolación, el lobo recuerda su pasado. Todas las cosas que dejó atrás, lo bueno y lo malo. Y se alegra de que llueva, porque así sus lágrimas se confunden con el agua de lluvia en su rostro, y nadie se da cuenta que ha estado llorando. Por eso el lobo de las planicies desea que llueva por siempre. Para poder, de una vez por todas, volcar hacia fuera todas sus lágrimas. Quizá así se sienta mejor. El lobo necesita alivio. Hace tiempo juró que jamás lloraría de nuevo. Que sería fuerte. Y así lo hizo, pero sus lágrimas son ácidas y lo carcomen por dentro. Aun así, el lobo de las planicies no puede permitirse llorar, porque está escrito que él llorará sólo una vez más en su vida, y será cuando su búsqueda haya fracasado del todo. Llorará, y entonces morirá. Y despertará de este mal sueño llamado vida.



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