El lobo de las planicies quiere soñar para
siempre. Se debate entre la fuerza que le da vivir sin amor, o llenar su vida
con algo que valga la pena. Algo puro, algo hermoso. Está condenado a vagar por
siempre. Lleva sobre sí el estigma de la máxima pasión humana. Tan grande que
casi le convierte en un dios. Pero no hay dioses en la vida del lobo de las
planicies. No hay nada en que creer, ni motivos para luchar. Tan sólo existe la
locura. El conflicto entre la razón y la pasión; el estoicismo. El lobo de las planicies
está muerto en vida. Él sabe del dolor. Él es el dolor mismo. Se sabe vacío. Y
en las noches, el lobo aúlla de pena, pues no puede llenar su vida con aquellas
cosas que desearía. En sus ojos brilla la noche rota y fría que se cierne sobre
él. En su pecho vive un ocaso perpetuo. El lobo de las planicies mira al
horizonte. Contempla el cielo, otea el suelo. Pero sabe que no hay nada para él
ahí afuera. En ninguna parte. Las planicies son áridas y yertas, como el lobo
que las habita. Son las planicies del subconsciente, donde habita la locura
febril e intensa. La dualidad del lobo, desgarrado entre la vida y la muerte,
entre la apatía y la pasión, el dolor y el placer, sueño y realidad. La vida
del lobo es un sueño, un episodio comatoso. Pleno en desgracia y escaso en
belleza. Él es el todo en uno. En su interior viven infinitos ángeles y
demonios. El lobo de las planicies no es un simple ente mortal. Está más allá
del bien y del mal, pero está solo. Está incompleto. Y, cuando llueve en las
planicies de fantástica desolación, el lobo recuerda su pasado. Todas las cosas
que dejó atrás, lo bueno y lo malo. Y se alegra de que llueva, porque así sus
lágrimas se confunden con el agua de lluvia en su rostro, y nadie se da cuenta
que ha estado llorando. Por eso el lobo de las planicies desea que llueva por
siempre. Para poder, de una vez por todas, volcar hacia fuera todas sus
lágrimas. Quizá así se sienta mejor. El lobo necesita alivio. Hace tiempo juró
que jamás lloraría de nuevo. Que sería fuerte. Y así lo hizo, pero sus lágrimas
son ácidas y lo carcomen por dentro. Aun así, el lobo de las planicies no puede
permitirse llorar, porque está escrito que él llorará sólo una vez más en su
vida, y será cuando su búsqueda haya fracasado del todo. Llorará, y entonces
morirá. Y despertará de este mal sueño llamado vida.
No comments:
Post a Comment